sábado, 12 de septiembre de 2009

Viajando...



No hay nada más triste que saber que la persona que amas está lejos de ti, que son miles los kilómetros los que están de por medio. Mi niño se fue, se fue a un viaje familiar lejos de la ciudad por una semana. Sé que una semana no son tantos días, pero cuando se tiene lejos a la persona amada un segundo parece ser una eternidad…. Pero también estoy segura de que la distancia nos fortalece, nos ayuda a pensar y a madurar.

Ayer, sabiendo que por la tarde debía partir al viaje, nos vimos lo más temprano que se pudo. Fuimos a desayunar por su casa mientras platicábamos de todo: mis prácticas profesionales, su familia, el enojo de la noche anterior, mi tesis, nuestros planes a futuro… aprovechamos cada segundo al máximo, disfrutamos y platicamos mientras en el lugar donde desayunábamos estaba el DVD de Soda Stereo.

Terminado el desayuno fuimos a caminar y a seguir platicando, en esa plática se pasó el tiempo y al ver el reloj nos dimos cuenta de que se acercaba la hora de la despedida; prolongamos nuestra estancia juntos lo más que se pudo. Pero el momento llegó, debíamos decirnos adiós. Tomamos el subte agarrados de la mano. En el trayecto quedamos en llamarnos y en mandarnos mensajes de texto durante la semana de su ausencia. Cuando llegamos a mi casa sentí un nudo en la garganta, no podía hablar pero tampoco quería que me viera llorar… al fin sólo son 7 días, no quería parecer una dramática. Nos abrazamos y le dije cuánto lo quería y extrañaría, me cargo mientras me dio uno de los besos más tiernos que alguien me haya dado. Nos despedimos… se fue. Al llegar a mi casa no pude evitar derramar un par de lágrimas; lágrimas de nostalgia, de dolor, de tristeza. Antes de partir me llamó; comenzaba su viaje.

Hoy, muy temprano me mandó un mensaje de texto… lo extraño.Mientras yo estaré aquí; leyendo, escribiendo, extrañando… pero esperando con mucho entusiasmo su regreso.
La nueva música en el blog me recuerda a él, a su ausencia y a su amor.