domingo, 28 de diciembre de 2008

Frio Diciembre.

Volteo a mi lado derecho y veo a Cirilo tomando una rica siesta (diantres, ¿Por qué no fui gato?), volteo y a mi lado izquierdo mi teléfono móvil suena insistentemente pero no quiero contestar, me opongo a contestar…en otra ocasión regresaré la llamada. Regreso la mirada al vacío y la fría atmósfera navideña me recuerda mi soledad; aquella eterna y fiel compañera que invade ésta habitación en su totalidad y la torna de tonalidades grisáceas; tonalidades que me invitan a viajar en un espiral infinito de recuerdos… ¡malditos recuerdos! … o maldita yo por recordar lo que mejor debería no ser recordado, ya ni se.

Estas fechas no son mis favoritas del año; todos los lugares se encuentran invadidos por mares de gente, los cajeros automáticos no tienen el abastecimiento suficiente de efectivo, los precios se elevan de una manera inverosímil, el tráfico por las avenidas de la ciudad hace imposible los traslados… Aghrr!! Puedo seguir pero de sólo recordar me pone de malas. Pero dejando de lado mi lado “grinch”, también en días como éstos me invade una profunda tristeza, una nostalgia que termina acompañada de llanto y al final me lleva a preguntarme: ¿Dónde estará?, ¿Cómo habrán estado sus festejos navideños? ¿Con quién habrá festejado? Infinitas preguntas para las cuales simplemente no hay una respuesta.

Aunque muchos piensen lo contrario, ignoro dónde esté, así como ignoro cualquier aspecto reciente que haya acontecido en su vida. La pista de los detalles la perdí hace años…en fin.
Aún recuerdo aquella navidad, la única Navidad que pasamos juntos dónde recibí de su parte aquel “oso de peluche” que a la fecha me acompaña y es de los pocos recuerdos que aún conservo de él.


Sin más pretensiones, sin más ni más, quiero desearle a él y en general a todos, unas felices fiestas, que las disfruten al máximo en compañía de sus seres queridos y que la magia que caracteriza a la Navidad invada sus hogares y sus corazones.